Teníamos varias informaciones de que el Niño Guerrero está en Venezuela”, dijo Maduro el lunes 16 de septiembre, pero tal vez la confirmación no sea precisamente porque “fue captado por la CIA” para incendiar el país, sino más bien porque el propio jefe del régimen tiene motivos para esconder al temible padrino de la banda criminal el Tren de Aragua.
Hace justo un año, con la intervención de la cárcel de Tocorón, pareció correrse el telón de pranes clave en el negocio de la droga que vivían al amparo del régimen chavista, armados hasta los dientes en una suerte de ciudadela sin escatimar lujos -incluido el whisky importado- y a quienes probablemente se les avisó de un megaoperativo que dejó muchas más preguntas que respuestas.
En 2022, la entonces alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, señaló que el Niño Guerrero y alias Giovani, que estaban supuestamente privados de libertad en el centro penitenciario de Tocorón, seguían dirigiendo operaciones criminales desde allí.
Esa denuncia, que desnudaba la protección y la impunidad de que gozaba el dúo mafioso bajo el sistema penitenciario del “hombre nuevo”, provocó la furia del régimen de Maduro, que se negó a colaborar con las autoridades colombianas para combatir al internacionalizado Tren de Aragua venezolano.
La propaganda chavista ha dicho que el Tren de Aragua era “una ficción creada por la mediática internacional”, pero después señaló -frente a la evidencia de que Maduro se robó las elecciones del 28 de julio- que detrás del “golpe de Estado” que se intentó en Venezuela estaba esa banda, supuestamente “contratada por la oposición”.
La contradicción no parece un desliz, pues la primera versión probablemente buscaba salirle al paso al documentado reportaje de Noticias Caracol “La cacería de opositores por parte del régimen de Maduro en Colombia y Chile”, a cargo de una alianza siniestra integrada por el Tren de Aragua, el ELN y militares chavistas cebados en sus víctimas.
Este es un flanco sumamente ingrato para el régimen venezolano porque en Chile hay evidencias de que el teniente Ronald Ojeda, ex preso político de Maduro con estatus de refugiado en el país austral, fue secuestrado y asesinado en febrero por miembros del Tren de Aragua al servicio de la inteligencia venezolana.
La Fiscalía chilena, que en abril vinculó el crimen de Ojeda con esa banda transnacional, extraditará pronto desde Costa Rica -a despecho del diligente fiscal general del régimen chavista- al venezolano Maikel Villegas Rodríguez, principal sospechoso del escalofriante asesinato cuyos hilos movieron desde Venezuela.
El jefe del régimen dice que el cabecilla del Tren de Aragua fue quien “dirigió los desmanes y la violencia del 29 de julio, 30 de julio y 31 de julio en el país”, pero tal vez este -que también sabe del crimen de Ojeda- estuvo al frente de los colectivos que reprimieron con saña las manifestaciones espontáneas contra el fraude chavista del 28 de julio. Por eso Maduro esconde al elusivo Niño Guerrero.
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